Erin Brockovich II

25 años después, Erin Brockovich sigue siendo una firme defensora del agua potable.

El caso original, que dio lugar a la película homónima protagonizada por Julia Roberts, fue contra la empresa californiana Pacific Gas and Electric.  En 1996 se llegó a un acuerdo por 333 millones de dólares, el acuerdo de mayor cuantía pagado en una demanda de acción directa en la historia de Estados Unidos. Masry & Vititoe, el bufete de abogados en el que Brockovich trabajaba de procuradora, recibió 133,6 millones de dólares de ese acuerdo, y la propia Brockovich recibió 2 millones de dólares.

En el caso se alegaba que el agua potable de la ciudad de Hinkley, en el sur de California, estaba contaminada con cromo hexavalente.

En la actualidad, Erin está centrada en San Angelo, una localidad de Texas.  En el suministro de agua de la ciudad se han identificado varios contaminantes: benceno, acetona y naftalina.

En palabras de Erin: «Tenemos infraestructuras que fallan y, como de entrada no hacemos lo correcto, luego tenemos que afrontar situaciones como esta».

Y eso es cierto, porque la raíz de la cuestión  es que se quiere gastar lo menos posible en una infraestructura envejecida que se enfrenta a diferentes problemáticas.

Mientras que tanto Erin como los Estados Unidos se centran en la calidad del agua —y con razón, ya que se trata de una cuestión de primer orden—, un segundo tema a tener en cuenta es la capacidad de la red de distribución para hacer llegar el agua potable a los clientes con un nivel mínimo de pérdidas.  Y de nuevo nos referimos a otra infraestructura envejecida con diferentes problemas, aunque como mínimo estos se pueden mitigar con un mejor monitoreo y gestión de la presión de la red sin necesidad de sustituir las tuberías en su totalidad.