Día cero: lecciones para Nueva Zelanda

Todo el mundo considera que Nueva Zelanda ha sabido gestionar bien una crisis: la de la COVID-19.  Pero hay otra contra la que parecen seguir luchando.

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Auckland es una ciudad con una población de 1,7 millones de habitantes, con previsión de que llegue a los 2,4 millones dentro de 30 años.  En el Aeropuerto de Auckland se han registrado solo 73,2 mm/h de precipitaciones en los tres meses de verano, lo que lo convierte en el verano más seco desde que comenzaron las observaciones en 1962.  El nivel de las presas sigue bajando, y el sábado 16 de mayo se empezó a aplicar la fase 1 de restricciones al consumo, por primera vez desde 1994.

Restricciones de la fase 1:

  • El uso residencial de mangueras y limpiadores a presión está prohibido a menos que sea por razones de salud, seguridad, emergencia o bioseguridad.
  • Los túneles de autolavado de coches están prohibidos, a menos que utilicen agua reciclada; y el riego de los campos deportivos, plantas industriales o potreros solo está permitido mediante sistemas de irrigación equipados con sensores de lluvia o de humedad del suelo.
  • Se aconseja a la población que las duchas no duren más de cuatro minutos, y que sólo pongan en marcha el lavavajillas o la lavadora cuando estén llenos.
  • A las medidas de higiene no se aplican restricciones; las personas deben seguir lavándose las manos con frecuencia de acuerdo con los protocolos de la Covid-19.

En 2008 se introdujo un programa para garantizar un consumo eficiente del agua con un objetivo para 2025 de 253 litros diarios per cápita, frente al consumo de 298 litros diarios per cápita de 2004.  Parecía que estaba dando resultado, pero el calor ha provocado un aumento de la demanda.

Raveen Jaduram, consejero delegado de la compañía del agua Watercare, ha defendido las medidas adoptadas por la compañía y ha afirmado que si los habitantes de Auckland quieren un sistema más resistente deben estar preparados para pagarlo.  Ese comentario parece ir dirigido principalmente a la infraestructura de suministro.

Las dos lecciones principales para Nueva Zelanda, extraídas de la experiencia en Ciudad del Cabo, son:

  • Un sistema de gestión avanzada de la presión es la mejor opción para evitar una crisis, en caso de que sea inminente.  En el caso de Ciudad del Cabo, logró reducir en un 70 % la demanda de 60 Ml/d.
  • La red de suministro de Ciudad del Cabo ya cuenta con un sistema de gestión avanzada de la presión.  Debería haberse instalado en toda la red mucho antes de que se produjera la crisis, como herramienta para mitigar el riesgo de sequía y para reducir las pérdidas de agua.