Nos dirigimos como sonámbulos hacia una crisis mundial del agua

Están saltando las alarmas, pero nadie actúa en consecuencia.

Con el gran crecimiento demográfico, la excesiva concentración de población en núcleos urbanos, el cambio climático y la antigüedad de las infraestructuras existentes, es inevitable que las crisis del agua sean cada vez más frecuentes y graves. sleep-2644444_1280

Reuters informa desde un congreso de Chatham House que
el problema reside en que el acceso y la distribución del agua están ligados a la política, a las visiones culturales y a sistemas arraigados.

Fíjense en este titular del Daily Mail: «Un impactante informe revela que más de DOS MILLONES de estadounidenses no tienen acceso a agua potable, instalaciones sanitarias ni servicios de saneamiento, y que los indígenas americanos son 19 veces más propensos a carecer de la infraestructura adecuada».  Luego lea los comentarios debajo de la noticia.  «Solo son dos millones entre una población de tres cientos millones, así que ¿qué importa?»  «¿Por qué no perforan sus propios pozos?»  «Viven en estados gobernados por los demócratas.»  «La gente de esas zonas son unos ignorantes partidarios de Trump.»  Y otros comentarios por el estilo, muy ilustrativos del punto de vista de Chatham House.

  1. UU. se ha tenido que enfrentar a altos niveles de plomo en el agua, especialmente en Flint, y esto ha hecho que se centre en la calidad del agua.  Tal vez habría que pensar más en tres cosas: 1) que los habitantes de los Estados Unidos usan entre 700 y 900 litros de agua al día, los europeos alrededor de 200 litros y muchos de los habitantes más pobres del mundo solo entre 10 y 15 litros; 2) que las fugas no se miden ni se notifican sistemáticamente; y 3) que el sector está totalmente fragmentado, con alrededor de 40 000 proveedores.

¿Una respuesta política a una advertencia de restricciones de agua en la cuenca del Colorado?  «Toda esta información es útil para hacer que la gente piense sobre el tema, pero también parece una táctica para asustar».  El mundo parece haber perdido la capacidad de discernir entre las advertencias con base científica sólida y el alarmismo.

Por eso, se hace muy poco y tarde.  Básicamente, es una apuesta política.  No hay premio (votos) por gastar dinero en crear resiliencia, porque solo se consigue evitar un desastre.  En cambio, sí hay votos que perder cuando se produce el desastre.  Hasta que eso no ocurra, no se hará nada.  Y tan pronto como se deje atrás, los políticos volverán a confiar en que no vuelva a suceder en un futuro próximo.

Lo único que cambiará esta dinámica es la creciente probabilidad y frecuencia de las catástrofes.  Dado que las causas de la crisis del agua son inexorables, eso nos hace pensar que nos acabaremos despertando de golpe. Solo es cuestión de tiempo.