Oro líquido

La mayoría de la gente da por sentado el acceso al agua. Solo cuando no está disponible nos damos cuenta de lo valiosa que es.

El New York Times describe cómo los operadores de cisternas privadas en Katmandú se benefician cuando el agua escasea. «Esto es como el oro líquido», afirma un conductor de camión cisterna, «tal vez incluso más valioso que el oro».

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El agua se utiliza para todos los aspectos básicos de la vida, como cocinar, limpiar o lavar. También se utiliza en la agricultura para regar los cultivos y en muchos procesos industriales para fabricar productos.

En Katmandú, el agua de las cisternas es 40 veces más cara que el agua del grifo. Mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda que los hogares no gasten más del 3-5 % de sus ingresos en agua, los nepalíes gastan hasta el 20 %.

El alto costo del agua se traduce en menores niveles de limpieza. Además, el agua de las cisternas es de baja calidad  y, en ocasiones, procede directamente del río. En Bolivia se ha destapado el caso de un camión cisterna que se llenaba de una piscina clorada. También se producen cambios en la dieta, al evitarse los alimentos que requieren mucha agua, como las espinacas. Todos estos factores combinados crean nuevos problemas para la salud.

La escasez también genera delincuencia. No solo se producen robos del agua de las piscinas, sino que se perforan pozos ilegales que agravan la escasez. Se crean empresas de protección fraudulentas y se producen sobornos para recibir un trato preferencial. Todo esto genera conflictos sociales.

También existe una carga psicológica. En el artículo se explica el caso de una mujer que espera el día de la semana en que las cañerías funcionan,  aunque puede que solo sea durante una hora. A medida que el momento se retrasa, su ira va en aumento. Esta es su reacción: «El estado nos falla. Los hombres de las cisternas nos roban. Todos quieren ganar dinero a nuestra costa. ¿Hay alguna diferencia entre ambos?». No hay nada peor que el sentimiento de desesperación.

Cuesta aceptar que existan productos que se publiciten como «oro líquido» (productos para el cuidado de la madera, aceites crecepelos, cremas faciales hidratantes y suplementos calóricos para gatos y perros) cuando hay tanta gente que ni siquiera tiene agua.