Medidas para resistir la ola de calor

En el mundo no se toman las medidas necesarias para hacer frente a aquellos fenómenos meteorológicos que deberían ocurrir una vez cada cien años pero que ocurren cada década.

Esta semana, en el Reino Unido las temperaturas superarán por primera vez los 40 °C. Las altas temperaturas han provocado muertes en las regiones orientales de China. En Europa occidental se están produciendo numerosos incendios forestales. India ya ha sufrido varias olas de calor en lo que va de año. A principios de este año, en el centro de Sudamérica se alcanzaron las temperaturas más altas del planeta, y este récord se batió al poco tiempo en la zona occidental de Australia.

En la India, en 88 de los últimos 110 meses las temperaturas han superado los valores de referencia. En el Reino Unido, siete de los diez días más calurosos registrados se han producido en los últimos 20 años.

Las condiciones meteorológicas extremas provocan un aumento de las tasas de mortalidad. En el norte de la costa oeste de Estados Unidos, una próspera región conocida por su clima templado, más de 100 personas murieron durante la ola de calor del año pasado.

Y después de unos pocos días de calor, las compañías del agua ya están pidiendo que se apliquen medidas para reducir el consumo. La compañía británica Affinity Water ha pedido a sus clientes que reduzcan el consumo de agua al mínimo esencial para evitar las restricciones, y les han advertido de que, con el aumento de la demanda, la presión del agua puede bajar.

Es imprescindible aplicar medidas para hacer frente a los fenómenos extremos, que cada vez serán más frecuentes. Como los proyectos de infraestructuras de suministro de agua tardan entre 10 y 15 años en realizarse, ya se deberían haber planificado. A corto plazo, solo se pueden implantar dos medidas de utilidad.

Un programa eficaz de detección y reparación de fugas implica coordinar y priorizar las diferentes formas de detectarlas: deducción a partir de los datos de presión y caudal; detección acústica de fugas; localización y reparación (por medio de barras acústicas e hidrófonos); deducción a partir de imágenes por satélite; y uso de perros y buceadores en caso necesario.

Las presiones se deben controlar de forma remota en toda la red. A través de la gestión de la presión se pueden reducir las fugas y la demanda de grifos abiertos de forma rentable para racionar el suministro. También permite imponer cortes intermitentes en el suministro o evitarlos.

Ambas medidas se deberían realizar antes de hacer llamamientos a los clientes para que reduzcan el consumo, a fin de demostrar que la compañía ha hecho todo lo que está en su mano antes de trasladar el problema a los usuarios.