Salt Lake City podría quedarse sin lago

El Gran Lago Salado de Utah está desapareciendo a causa de la persistente sequía que azota el suroeste de Estados Unidos.

En julio de 2021 alcanzó su nivel más bajo desde que se tienen registros (1875). La superficie del lago se ha reducido a menos de una tercera parte de lo que ocupaba en 1987.

Peter Yeung ha publicado un artículo en Bloomberg sobre la situación, acompañado de unas imágenes espectaculares.

Utah es el estado con mayor crecimiento del país, y las previsiones apuntan a que la población de Salt Lake City aumentará casi un 50 % para 2060. Esto significa 2,2 millones de personas más. El estado también cuenta con más de 18 400 explotaciones agrícolas que abarcan más de 4,3 millones de hectáreas.

Con 939 litros de consumo de agua per cápita, es el estado con mayor consumo del país.

El precio del agua en Salt Lake City es el segundo más bajo de las 30 principales ciudades estadounidenses encuestadas por Bloomberg, incluidas ciudades del desierto como Phoenix (con un precio un 30 % mayor), Las Vegas (36 %) y Santa Fe (82 %). Muchas propiedades no tienen contador de agua.

Pero las cosas están cambiando. Se ha creado una cooperativa comunitaria (Water Trust) para aumentar o conservar el caudal de agua que llega al Gran Lago Salado. Utah es el primer estado que ha puesto en marcha un programa estatal con incentivos para cambiar el césped por otro tipo de vegetación más sostenible. Los proveedores de agua ahora están obligados a instalar contadores en las conexiones secundarias a presión, tanto en las nuevas como en las ya existentes.

Es poco probable que se atiendan los llamamientos de los residentes y políticos para limitar o frenar el crecimiento urbanístico en una región considerada en auge. El gobernador republicano de Utah, Spencer J. Cox, se ha limitado a decir que el problema no es nuevo y espera que desaparezca cuando llueva: «Nuestro estado siempre ha sido seco, y hemos tenido un desarrollo económico muy positivo. Ahora mismo estamos en un ciclo de sequía, pero no preveo que dure para siempre. No sé si durará uno, cinco o diez años más». Quizá dure 100 años.

Queda por ver si las cosas están cambiando con la suficiente rapidez. Los derechos de extracción de agua que se remontan al siglo XIX se deben modernizar. La ordenanza municipal que exige que el 33 % de los jardines estén cubiertos de «césped, vegetación perenne o arbustos de bajo crecimiento» (y que antes era del 50 %) seguramente debe reducirse aún más. Probablemente, habrá que fijar un objetivo de reducción de fugas.

Y tal vez así podamos evitar que las generaciones futuras se pregunten: «¿Por qué se llama Salt Lake City si no hay ningún lago?»