Una crisis del agua autoimpuesta

¿Quién tiene la culpa y qué es lo que hay que hacer?

El Nevada Independent tiene claro que la culpa es del gobierno.

El problema se atribuye al crecimiento poblacional, el cambio climático y la escasez de agua.

Pero no se han evaluado las implicaciones de estos factores en la disponibilidad de agua. Los permisos relativos al uso del agua han propiciado una extracción excesiva (como en Diamond Valley, a las afueras de Eureka); el precio del agua no ha fomentado su ahorro (como en Utah, con un consumo de agua per cápita elevado, donde el precio del agua está muy subvencionado); los intentos de aumentar el suministro se han visto obstaculizados por la burocracia (un ejemplo de ello es el reciente rechazo de una planta desalinizadora en California).

El Nevada Independent parece dar a entender que sería beneficioso un «mercado» para los derechos de agua. Sin embargo, no está claro cómo podría articularse algo así en este ámbito.

La solución más habitual en todo el mundo es la regulación. Un organismo independiente asume la responsabilidad de garantizar la disponibilidad de agua a largo plazo para dar cobertura a los niveles de población previstos, teniendo en cuenta el clima imperante y la disponibilidad del suministro de agua. El regulador fija los precios y los objetivos de mejora.

Más que un mercado, lo que un monopolio natural necesita es regulación.